La primera necesidad de navegar se
generó probablemente a causa de las inundaciones, el acto instintivo de
agarrarse a algún objeto flotante, llevó al aprendizaje de la natación. Con el
descubrimiento de la flotabilidad, el ser humano observó los objetos que tenían
esa cualidad, como los troncos, las calabazas, los haces de tallos, etc., los
cuales al ser arrastrados por las corrientes, pudo hacer surgir con toda
probabilidad la idea de navegar. Si en un principio se utilizaron para cortos
desplazamientos vadeando lagos y ríos, pronto comenzaron a construir balsas y
almadías con haces de troncos, ramas o juncos unidos entre sí que con el tiempo
se planteó la necesidad de dirigirlos, las únicas pruebas de este hecho que se
disponen no son precisamente aquellas posibles embarcaciones, debido a la
naturaleza orgánica de las que estaban hechas, que como es lógico han
desaparecidos, sino de aquellos utensilios de piedra o de hueso como arpones,
anzuelos etc. fabricados para pescar en aguas profundas.
Es fácil comprender que las primeras embarcaciones dependían fundamentalmente de la vegetación del entorno donde se desarrollaron los primeros asentamientos, en lugares donde no había árboles, estas podían ser fabricadas con haces de juncos o papiros, o con troncos unidos con ligaduras formando plataformas estables o balsas, sin embargo donde había árboles se desarrollaron otras técnicas, como el vaciado de los troncos que consistía en ir quemando poco a poco con brasas la parte interna y ayudándose con herramientas de piedra ir sacando la madera quemada hasta dejarlos huecos, son las primeras canoas monóxilas que hacia el 7500 a.C. aparecen en el norte de Europa y que coexistieron con otras construidas con pieles. En Oriente Medio aparecieron hacia el 7000 a.C. y más tarde en Australia, América del sur y África.
De gran importancia para los principios de la
navegación fue el descubrimiento de la gobernabilidad de estas primeras
embarcaciones, tan sencillo como utilizar una rama más o menos ancha como pala
de timón y palos a modo de remos como sistema de propulsión este proceso se produjo a finales del
mesolítico o principios del neolítico.
La primera evidencia de un barco, entendiendo por “barco” una construcción flotante capaz de ser gobernada a voluntad, sin la limitación de tamaño impuesta por los tallos y los troncos de los árboles con un nivel de seguridad aceptable en condiciones meteorológicas normales, se puede fechar entre los años 4000 y
Hay
indicios de embarcaciones egipcias de más de 6.000 años. El Nilo no solo
proveía de alimentos a la población egipcia con sus crecidas cíclicas que
dejaban grandes extensiones de tierra fértil, sino que se convirtió en una vía
eficaz de transporte, esto fue así
gracias a las embarcaciones que pudieron construirse con la gran
cantidad de plantas de papiro que crecía en sus riberas. Con los juncos de
papiro se hicieron estructuras de 50
metros de eslora lo suficientemente fuertes para el
trasporte de productos agrícolas y con
el tiempo se lograron embarcaciones de más de 100 metros para el trasporte
de piedras de grandes dimensiones, como los obeliscos.
Estas
naves se construían con relativa rapidez y facilidad siendo su mantenimiento
sencillo, cuando se deterioraban los haces de juncos eran sustituidos por
otros. La forma que las caracterizaba era la curvatura hacia dentro de la
extremidad de popa, similar a la cola de un escorpión. Las extremidades que
formaban la popa y la proa eran cubiertas con fundas de tejido o piel cosida
para reforzar la escasa consistencia del
papiro. Estas embarcaciones se propulsaban con remos y se dirigían mediante
espadillas unidas a popa. Eran estrechas y presentaba lanzamientos a proa y a
popa que facilitaban las maniobras de varada en las orillas del río como única
forma de llegar a tierra, ya que las crecidas del Nilo impedían la construcción
de embarcaderos.
Fue
también en Egipto durante el Imperio Antiguo (2300a.C.) donde se desarrollaron
los primeros barcos de madera, siendo estos construidos con tablas de acacia o sicómoro,
únicos árboles que crecían en Egipto, por lo que el tamaño de las embarcaciones
estaba limitado por la escasa altura de los árboles por lo cual se tuvo que
desarrollar un sistema para ensamblar las cortas y duras tablas con fibras
vegetales y tendones de animales; se
construían ensamblando la
tablazón con un sistema que mantenían
las tablas unidas con junturas engranadas de caja y espigas con ligazones. Los
egipcios no utilizaban quilla ni cuadernas porque sus barcos se construyeron
para navegar por las aguas tranquilas del Nilo y no necesitaban cascos con
estructuras especialmente sólidas que tuvieran que resistir el fuerte oleaje en
mar abierto. Si bien un principio, la propulsión de estas embarcaciones se
reducía exclusivamente al remo y se gobernaba con la clásica espadilla, hacia
finales del cuarto milenio a.C. se produjo una innovación tecnológica con la
aplicación de la vela, que era controlada por un hombre colocado en la parte
trasera de la nave, y lo más probable era que la vela solo se utilizara con
viento de popa, esta innovación no acabó con el remo sino que contrariamente se
hizo más imprescindible para las maniobras cerradas de los meandros y para las
de atraque y varada. Las embarcaciones mas evolucionadas llegaron a disponer de
una hilera de trece a catorce remos por banda y seis espadillas situadas en la
popa.
Después
de cuatro siglos de navegación fluvial, los egipcios dieron el salto a la
navegación marítima cuando fue necesario competir comercialmente con los
fenicios. La relación que tuvieron ambos pueblos fue irregular y se alternaron
periodos de intenso intercambio comercial con otros de clara competencia. Esta
rivalidad comercial fue la que impulsó su
interés por el dominio del mar, pero no se interesaron en la aventura marítima
hasta que no se produjo una situación lo suficientemente importante como para
plantearse el reto de desafiar el oleaje. El principal problema de sus naves
era que carecían de esqueleto -quilla y
cuadernas-, lo que provocaba serios
problemas a la hora de conseguir una
adecuada rigidez longitudinal que les permitiera resistir los embates del oleaje, para solucionarlo
idearon un sistema a base de ligazones transversales y un cabo longitudinal
dispuesto de proa a popa que hacía de quilla invertida y que se tensaba con un
tortor que daba vueltas a los cordones del cabo dando rigidez al casco, lo que
les permitió preparar la primera expedición naval militar de la historia y algo
más tarde formar la primera escuadra naval creando la Marina egipcia, que fue
desarrollándose progresivamente hasta el 1500 a .C.
La
expedición a Punt, 1482 a.C, fue un éxito que propició a los egipcios la
apertura al mar Rojo y mejoró sus posibilidades de expansión comercial.
Tutmosis
III llevó a cabo un total de 17 campañas
militares que permitieron a Egipto extender su hegemonía hasta el río Éufrates.
Una de las primeras le llevó a conquistar Siria y Palestina dominando a las
ciudades fenicias que quedaron bajo la administración egipcia. Ello supuso una
mejora de su Marina, que perfeccionó los barcos que había desarrollado
Hatshepsut con técnicas fenicias y minoicas. Fue precisamente la isla de Candia
(Creta) por el 1400 a .C.,
otro de sus objetivos por sus importantes yacimientos de cobre. No llegó a
conquistar la isla, pero si estableció sólidas relaciones diplomáticas y
comerciales así como conocimientos técnicos en el arte de navegar.
Sin
embargo algunos de los territorios conquistados se perdieron durante los
reinados de Amenofis II y Amenofis IV. Este último accedió al trono en 1372 a .C. y protagonizó un
cambio espiritual instaurando una religión monoteísta lo que provocó un
enfrentamiento con la clase sacerdotal y como consecuencia una debilidad
política por las divisiones internas. Fue durante este reinado cuando se
perdieron los territorios de Siria y Palestina frente al rey hitita Supiluliuma.
Aún así
la Marina
egipcia continuó mejorando gracias a las técnicas de navegación y construcción
de los fenicios. No solo fueron las excelentes maderas de cedro (llegadas de
fenicia), sino que por aquella época los fenicios habían llagado ya a un
importante desarrollo en la navegación y que la base de la flota egipcia estaba
constituida por marineros y constructores fenicios.
En
pleno apogeo de la Marina
egipcia, se produjo en el Mediterráneo oriental un hecho que alteró totalmente
la situación, la invasión de los denominados Pueblos del Mar. De origen
incierto y formado por diferentes etnias asolaron la cultura micénica y
trataron de hacer lo mismo con la egipcia, aunque antes establecieron alianzas
complejas como la que hicieron mercenarios de la etnia de los shardanas, para apoyar
a Egipto en su lucha contra los hititas, en la batalla de Kadesh durante el
reinado de Ramsés II.
Amenazando
las posesiones egipcias estaban los peleset, que posiblemente dieron origen a
los filisteos, los lukka dedicados a la
piratería, los denyen que se unieron con los hebreos para formar la tribu de
Dan, otro pueblo amenazante fue el libio, un pueblo nómada vecino del norte de
África, que se iba acercando al delta del Nilo atraído por su prosperidad
agrícola y ganadera, y que se aliaron con los Pueblos del Mar para atacar
Egipto.
En 1220 a .C.,
el faraón Merneptah, sucesor de Ramsés II, repelió el primer ataque contra
Egipto de los Pueblos del Mar, quienes se habían aliado con lo libios. Cuando
Ramsés III accedió al trono en 1184
a .C., los Pueblos del Mar eran viejos conocidos de los
egipcios y se les consideraba un peligro real para su hegemonía. Este faraón se
propuso sostener y ampliar la hegemonía de Egipto en el mediterráneo oriental.
Dichos Pueblos del Mar habían arrasado
el imperio hitita, habían conquistado y destruido Hattusa, su capital, y
saqueado la importante ciudad portuaria de Ugarit. También habían ocupado la
isla de Candia (Creta) y la ciudad de Mitanni (o Naharina), al norte de
Mesopotamia. Palestina, por entonces provincia egipcia, estaba seriamente
amenazada, y ese temor llegaba hasta el mismo Egipto. Por otro lado los vecinos
libios se habían convertido en una seria amenaza ya que estaban emigrando a la
zona del delta del Nilo atraídos por su prosperidad agrícola y ganadera.
Tras su éxito contra el imperio hitita, los Pueblos del Mar,
probablemente los péleset y los denyen, planearon atacar Egipto, para ello
entablaron una alianza con los libios. En cuanto Ramsés III tuvo noticias de
este hecho, ordenó armar una potente flota que salió de sus embarcaderos del
delta del Nilo para dirigirse a la desembocadura. Los Pueblos del Mar habían
planeado una operación anfibia en toda regla, avanzando desde Libia costeando
con sus naves, mientras que algunas de sus tropas y los libios formaban un
ejército terrestre que avanzaba por la costa hacia Egipto. El objetivo era
iniciar la invasión del delta para marchar después sobre Menfis y Tebas. Se
cree que las dos flotas, se encontraron a unas 10 millas al oeste del actual
Port Said, protagonizando la primera batalla naval de la historia. En el
gigantesco bajorrelieve del templo de Medinet Habu se muestra la flota egipcia
atacando por sorpresa a los invasores, con los marinos portando instrumentos de
abordaje. La lucha se puede recomponer de la siguiente manera- los arqueros
egipcios disparaban flechas incendiarias contra los barcos enemigos mientras
estos se aproximaban< una vez embestidos los barcos y lanzados los garfios
los arqueros tomaban las espadas y las armas cortas, lanzándose al abordaje.
Quedó patente la superioridad de los egipcios y la flota de los Pueblos del Mar
fue aniquilada.
La victoria sobre los Pueblos del Mar
llevó al faraón Ramsés III a reanudar la colonización de los pueblos asiáticos.
Recuperó parte de Siria y llegó hasta la región del Éufrates.
Durante el periodo que transcurrió entre el reinado de Hatshepsut y el
de Ramsés III, los carpinteros de ribera
egipcios habían perfeccionado de forma notable su artesanía naval gracias a los
conocimientos de los constructores fenicios, que habían asimilado muchas de las características de las naves de
los Pueblos del Mar, quienes las habían desarrollado a partir de las naves
minoicas y griegas.
Según cuenta el historiador
Herodoto (448 a .
C.), hacia el 600 a .C.,
bajo el reinado de Necao II, se produjo la primera circunnavegación de África.
Una flotilla egipcia gobernada por marinos fenicios zarpó con la misión de
franquear el estrecho de Gibraltar y volver a Egipto después de haber
atravesado el mar de Septentrión. La expedición cumplió su objetivo y logró
circunnavegar África después de tres años de viaje.
Egipto sufrió la invasión del rey persa Cambises y paso a ser una
satrapía del Imperio Persa en 525 a.C. Después de la restauración de una efímera
independencia entre 401 y 341 a.C, Egipto cayó en poder del ejército de
Alejandro Magno en el año 322 a.C. Al cabo de 17 años se inició la dinastía de
los Tolomeos, que terminó con la muerte de Cleopatra en el año 30 a.C, tras la
cual Egipto se convirtió en una provincia romana.
CRETA (civilización minoica)
Las primeras embarcaciones europeas fueron las naves cretenses, las
cuales no aparecieron hasta después de 2000 a.C, cuando los egipcios ya
llevaban casi siete siglos surcando las costas del Mediterráneo oriental. Poco se sabe de los
barcos minoicos, todo lo que se conoce de ellos es a través de las representaciones
en cerámicas y frescos que muestran similitudes con los barcos egipcios y
fenicios de la misma época, pero construidos en madera, lo que explica que se
adelantaran a otros pueblos de la zona en la construcción naval. Con estas
naves mas robustas la navegación era más segura, podían recorrer más distancias
llevar más mercancía, e ir escoltados y protegidos por otras naves para
defenderse de los piratas. Eran barcos con extensas proas afiladas como
espolones, llevaban un único palo con verga superior e inferior y velas
cuadradas, con una hilera de remos, y provistos de pasarelas.
GRECIA (Civilización micénica)
El pueblo micénico se dedicó tanto a la piratería como al comercio
marítimo este último heredado de la
civilización minoica. De las naves micénicas se conoce el predominio de la vela
sobre el remo, sus cascos eran de líneas rectas, muy bien construidos que se
distinguían por tener ambas extremidades
iguales rematadas con cabezas de aves.
LOS PUEBLOS DEL MAR
La irrupción masiva de pueblos venidos del norte de la península balcánica, los dorios, emparentados con los aqueos, desplazaron hacia el sur, prácticamente a todos los pueblos que allí estaban asentados (micénicos y pelasgos), originando un éxodo de estos hacia las costas del Egeo, y como consecuencia de ello unos movimientos migratorios, que hicieron estremecer a todas las civilizaciones del litoral del Mediterráneo oriental. La gran mayoría de estos pueblos conocedores del mar se embarcaron buscando desesperadamente donde asentarse, otros decidieron vivir en sus embarcaciones dedicándose a la piratería y asaltando pueblos costeros.
Estos complejos grupos derivados de dicha diáspora, estaban compuestos
por ciudadanos de diversas culturas, etnias y facciones provenientes del
litoral oriental del Mediterráneo (peleset, lukka, denyen), unidos por la
desesperación de encontrar un lugar donde establecerse. La mayoría era
micénicos que si bien en un principio se movían por el Egeo y las costas
vecinas pronto se aliaron con las tribus libias cuyas intenciones eran
conquistar Egipto. Probablemente los peleset se asentaron al sur de la franja
fenicia dando origen a Filistea.
La mayoría de los pueblos del mar vivían en sus embarcaciones, lo que
les proporcionaba una rápida maniobrabilidad y una total impunidad navegando
entre los intrincados archipiélagos del mar Egeo, por lo que se les ha
calificado como los primeros piratas organizados, de la historia. La piratería
generó principalmente la pérdida del control y estabilidad del comercio marítimo
lo que provocó un caos socio-económico.
Los pueblos del mar se vieron involucrados directamente en las
convulsiones que se produjeron por aquella época, como la desaparición de la civilización
micénica al perder sus centros de poder bajo la presión dórica, el
debilitamiento de Egipto, la caída del imperio hitita, y que como consecuencia
trajo la expansión del imperio asirio.
FENICIA
La orografía del territorio obligó a separar los pueblos fenicios en
núcleos independientes, por lo que nunca existió Fenicia como país, sino como
un grupo de ciudades-estado portuarias más interesadas en sus negocios
comerciales que en erigir un imperio. El litoral de la franja fenicia disponía
de numerosas calas y bahías, muy adecuadas para ubicar puertos protegidos,
siendo los más importantes Biblos, Arados, Birutos, Tiro y Sidón. Este
privilegio geográfico también fue uno de sus principales problemas, pues la
zona era codiciada por sus poderosos vecinos, a lo largo de la historia los
fenicios sufrieron el constante acoso y saqueo de Asiria, Babilonia, Hatti,
Egipto, Israel y los pueblos filisteo y griego, codiciosos de las riquezas que
acumulaban, vaya como ejemplo la que se puede considerar la primera campaña
militar hacia 2800 a.C, planteada por el
faraón Sahure, no está clara la intención de este faraón, pero parece ser que
ordenó que su escuadra atacara las costas de los ricos mercaderes fenicios,
quienes por entonces no tenían desarrollado la navegación de alta mar y se
dedicaban exclusivamente a la navegación de cabotaje. Esta expedición fue un
revulsivo para que este pueblo de comerciantes decidiera abrirse al
Mediterráneo.
Con el tiempo, los fenicios defendieron sus ciudades con poderosas naves
de guerra llegando a formar una flota militar con naves birremes, las primeras
galeras de la historia con dos órdenes de remos. Aquí jugó un importante papel
la excelente madera de cedro, de la que disponían en abundancia, y que hizo de
los barcos fenicios los mejores de la época. Probablemente los primeros fueran
copiados de los minoicos, quienes comerciaban con productos cretenses.
La expansión marítima fenicia comenzó después de que estos se
independizaran de la dominación egipcia, aprovechando la decadencia del poder
egipcio sobre la costa fenicia, provocada por los ataques de los pueblo
filisteos, hecho ocurrido bajo el reinado de Ramsés III. Tiro pasó a ser
considerada como la urbe hegemónica de Fenicia. Tenía su principal centro
urbano en una isla, hoy unida al continente, separada 500 metros de la costa,
disponía de dos puertos y en ella se fundó lo que sería la primera lonja. Pese
a contar con excelentes naves de guerra, los fenicios se dedicaban
principalmente al comercio y como estrategia utilizaban siempre la diplomacia
antes que la fuerza militar.
Hacia 1100 a.C, el pueblo fenicio
traspasó el estrecho de Gibraltar fundando Gades (Cádiz) en la península
Ibérica, otras ciudades fueron Lixus y Útica en las costas mediterráneas de
África, y por 814 a.C, fundaron Kar-Hadast (Cartago).
Los fenicios fueron los primeros en lanzarse a la navegación de altura,
debido al conocimiento de que la estrella polar señala el norte y de que el sol
en su cenit, indica el “sur?” oeste, así como el conocimiento que tenían de las
estrellas que le permitían navegar de noche, a diferencia de los egipcios y los
micénicos. Las anotaciones que los fenicios hacían de la orografía de la costa,
de los vientos y corrientes sirvieron para concebir los primeros almanaques
náuticos de la historia que más tarde fueron aprovechados por los griegos,
constituyendo la base de la cartografía náutica mediterránea. Los marinero
fenicios, por sus conocimientos en la construcción naval, en navegación, en
meteorología, en caladeros y en las costumbres de los lugares que visitaban,
fueron muy solicitados por muchos gobernantes para mejorar en calidad y
rendimiento. El primero en solicitar dichos servicios fue el rey judío Salomón,
tanto para mejorar sus barcos como en trabajos de carpintería en la
construcción del templo de Jerusalén. Salomón y el rey fenicio Hiram, de Tiro,
organizaron expediciones marítimas conjuntas a Ofir, en el océano Índico. Otro
monarca que aprovechó las ventajas de los fenicios, fue el faraón Necao, quien en 611 a.C, financió la travesía
del misterioso mar de Septentrión, que se convirtió en la circunnavegación de
África, este viaje duró tres años, desde el golfo de Suez hasta el delta del
Nilo pasando por el estrecho de Gibraltar, el recorrido se hizo por etapas
recalando en lugares para sembrar y cosechar semillas de cereales y así obtener
provisiones para poder seguir navegando durante el verano y el otoño. Las
anotaciones que hicieron los expedicionarios en cuanto a la posición del sol,
los vientos, corrientes marinas y costas demuestran que el relato de esta
expedición fue cierto, aunque no se hayan encontrado restos de emplazamientos y
asentamientos.
La decadencia del poder naval fenicio coincidió con el florecimiento del
griego y del cartaginés. Cartago, una colonia fenicia se convirtió en una
potencia emergente, mientras que los territorios del Mediterráneo oriental
fueron conquistados por Asiria, Persia, y finalmente Grecia. Sin embargo fue en
esta época de decadencia cuando hicieron los viajes más arriesgados y lograron audaces expediciones que fueron más
allá del estrecho de Gibraltar.
Los cartagineses cogieron el relevo expedicionario de la metrópolis llegando incluso a Bretaña, en otras
expediciones llegaron a Senegal y más al sur del golfo de Guinea, costeando
el continente africano. Todas estas expediciones se hicieron buscando metales y
para abrir nuevos mercados. Se cree que
las leyendas de monstruos marinos, fueron fomentadas por los fenicios para
disuadir a los griegos de navegar hacia el Atlántico, para proteger la
información que tenían y evitar así la competencia en el mercado de los metales.
Los fenicios desarrollaron el buque mediterráneo que perduró durante
siglos, sentaron las bases del comercio marítimo y abrieron el mundo occidental
a la navegación."
Bibliografía
SANTÍSIMA TRINIDAD
HISTORIA DE LA NAVEGACIÓN
Ediciones Altaya, S.A.
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