Hernan Pérez del Pulgar


Hernan Pérez del Pulgar




         Hernán Pérez del Pulgar y García Osorio, llamado "el de las Hazañas", "Alcaide de las hazañas", aquel de "El Pulgar, quebrar y no doblar"; Capitán español e historiador. Su ingenio y realización de múltiples proezas corren parejos. Manejó con igual destreza la espada que la pluma, al igual que lo han venido haciendo a lo largo de nuestra historia centenares de insignes soldados. Destacó en las guerras de Granada. Nombrado gentilhombre por los Reyes Católicos (1481), logró importantes éxitos militares en Alhama (1482), el castillo de Salar (1486), el sitio de Baza (1489) y Salobreña (1490). Escribió por orden de Carlos V el Breve parte de las hazañas del excelente nombrado Gran Capitán (1526).

       El 27 de Julio del año 1451, nace en Ciudad Real, (aún se conserva la casa, que actualmente acoge el Museo López-Villaseñor)  siendo bautizado en la cercana iglesia de Santa María la Mayor (hoy Catedral). Desde muy pequeño se inició en la carrera militar, entrando como escudero, al servicio de las tropas que apoyaban a Isabel I de Castilla, en la guerra contra Portugal, que apoyaba a Juana la Beltraneja en su pretensión al trono de Castilla. a los 30 años fue nombrado "Continuo de la Casa Real" por su arrojo y valentía. Un soldado de las guerras de Granada que fue conocido con el calificativo de “alcaide de las hazañas”. En 1482, estando sitiado en Alhama de Granada, junto al Duque de Cádiz por las tropas musulmanas, protagoniza una arriesgada operación en la que logra eludir el cerco y llegar hasta Antequera para pedir auxilio, evitando la pérdida de Alhama, estratégicamente situada en el centro del antiguo Reino Nazarí. En 1486 los Reyes Católicos le nombran, por medio de una Real Cédula, Capitán General de Alhama.

      Su primera gran hazaña fue la conquista del castillo del Salar, junto al camino entre Loja y Granada, con tan sólo 80 hombres. Poco después, el rey Fernando le nombró alcaide del Salar. Este hecho dio origen a la creación en 1679, del marquesado del Salar a petición de la ciudad de Granada. Otra vez le manda llamar el rey Fernando para tomar parte en el asedio de Vélez-Málaga y en la batalla de Ventomiz.

       Durante el cerco a Málaga, fue nombrado emisario del trono castellano en las negociaciones de rendición de la ciudad. En el sitio de Baza dio muerte a Aben-Zaid, comandante del ejército musulmán. Y es a partir de este hecho cuando el propio rey Fernando le nombra caballero desde entonces y por orden del monarca, en el escudo de armas de los Pulgares, figura un león de oro en campo azul, levantado una lanza en sus garras, en cuya punta ondea una blanca toca. Por orla lleva 11 castillos en nombre de los 11 alcaides que venció y por lema la máxima elegida por el propio Hernán Pérez del Pulgar: “Tal debe el hombre ser como quiere parecer”.

      Uno de los sucesos que le hizo más famoso fue el que tuvo lugar en el asedio de Salobreña, en 1490. Boabdil tenía asediada la ciudad y los pozos estaban agotados. Cuando todo el ejército musulmán esperaba la rendición, Hernán Pérez del Pulgar arrojó por la muralla el último cántaro de agua que quedaba. Boabdil atacó la ciudad, pero los cristianos ganaron la batalla.






      Quizá su batalla más memorable sea la de su entrada en Granada en 1490, acompañado por 15 caballeros y su escudero Pedro. Entraron por el portillo cercano a la torre de Bib-Altaubin, y deslizándose por las estrechas callejuelas, llegaron a la Mezquita Mayor con intención de incendiarla pero al ser imposible se limitó a clavar en la puerta un pergamino rodeado de cintas verdes y rojas con el “Ave María”, "Sed testigos de la toma de posesión que realizo en nombre de los reyes y del compromiso que contraigo de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo prisionera entre los infieles",  escrito en él. Los caballeros se dirigieron luego a la Alcaicería y allí prendieron fuego a dos o tres de las primeras puertas. El fuego alertó a la guardia y se libró una batalla de la que los castellanos salieron vencedores gracias a su arrojo. La confusión fue aprovechada para ganar de nuevo el río y salir de nuevo hasta el Real de Santa Fe donde la hazaña valdría a Pérez del Pulgar un nuevo cuartel en su escudo y el derecho a ser enterrado en la futura Catedral de Granada.                                                                                                                                 




       Después de la conquista de Granada parece se instaló en Sevilla, junto a su segunda esposa doña Elvira Pérez del Arco y donde por mandato del emperador escribió una obra que le ha dado fama como historiador, titulada: “Breve parte de las hazañas del excelente nombrado Gran Capitán”. En 1524, cuando tenía 73 años, fue requerido por el monarca Carlos I para la guerra en la frontera francesa. Era vecino y Regidor de la ciudad de Loja, con privilegio de asiento en el coro de la Iglesia Mayor, concedido por los Reyes Católicos, y al que renunció en favor de su hijo don Rodrigo de Sandoval en 27 de Octubre de 1526. Murió el 11 de Agosto del año 1531 en Granada, cumplidos los ochenta años y enterrado en la catedral de Granada, junto a los Reyes Católicos en la Capilla Real de la Catedral de Granada, privilegio muy de destacar, pues no se ha repetido en la historia de España




       Nuestro contemporáneo Arturo Pérez Reverte, escritor, periodista, gran aficionado a la historia y miembro de la Real Academia española describía en un artículo de 2007 denominado "1490: Comandos en Granada" en XLSemanal una de las hazañas de este héroe castellano de La Mancha, así como español por los cuatro costados, que creo oportuno recordar en el cierre de este artículo:"Observemos la escena: cerco de Granada, noche sin luna. Unas sombras silenciosas moviéndose bajo la muralla. Tras planificarlo hasta el último detalle, Pérez del Pulgar y sus escuderos, equipados con ropas negras y armas ligeras, se acercan a la ciudad. Y mientras nueve se quedan guardando los caballos y cubriendo la retirada, su jefe y otros seis se cuelan por el cauce del Darro, acero en mano y el agua por la cintura. Después, guiados por uno de ellos –Pedro Pulgar, moro converso–, callejean a oscuras hasta la mezquita mayor, hoy catedral de Granada. Y allí, en la puerta y con su propia daga, Pérez del Pulgar clava un cartel donde, junto a las palabras «Ave María», dice tomar posesión de ese lugar para la religión católica, en nombre de sus reyes, y por sus cojones. Tras semejante chulería, los incursores encienden un hacha de cera; y, clavándola en el suelo a fin de que ilumine bien el cartel, rezan de rodillas antes de buscar la Alcaicería para incendiarla. Pero Tristán de Montemayor, el encargado de la cuerda alquitranada para el fuego, la ha olvidado en la mezquita. Cabreadísimo, Pérez del Pulgar lamenta que le haya «turbado el mayor hecho que se hubiera oído», y sacude a Montemayor una cuchillada en la cabeza, mortal si no se interponen los compañeros. Uno de ellos, Diego de Baena, se ofrece a regresar en busca de la mecha, y Pérez del Pulgar le promete, si salen vivos de allí, una yunta de dos bueyes por echarle esos huevos. Pero la suerte se acaba: de vuelta con la lumbre, Baena se da de boca con un centinela moro, al que endiña unas puñaladas antes de poner pies en polvorosa. Entonces se lía el pifostio: gritos del centinela, luces en las ventanas, alarma, alarma. Etcétera. Con toda Granada despierta, el grupo corre a oscuras hacia la muralla. Junto al río, uno de ellos, Jerónimo de Aguilera, cae atrapado en un foso. El compromiso es «no dejar atrás prenda viva», y todos son profesionales: Aguilera pide a sus compañeros que lo maten, pues no quiere caer en manos de los moros. Pérez del Pulgar le tira una lanzada, pero yerra el blanco en la oscuridad. Al fin, como en las películas, con los enemigos encima, logran liberarlo y salir todos por el río, subir a los caballos y largarse al galope, mientras en la ciudad se monta un carajal del demonio y al rey
Boabdil, despierto con el escándalo, le dan la noche".

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